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Escritos

Notas sobre "El lado oscuro de la historia de Chile" de Jorge Baradit

Por Sergio Reyes, Octubre 2023

Una nueva contribución a entender con claridad lo que nos enseñaron en el proceso de nuestra endoctrinación educacional como historia de Chile, es lo que hace el escritor y ex-convencional constituyente (2022) Jorge Baradit. Su libro cuya primera edición es de septiembre de 2023, se llama “El Lado Oscuro: Historia Secreta de Chile.” Como es habitual con Baradit, su narrativa es grata, educada pero no intelectualoide, y sobre todo, nos invita a pensar más allá de las limitaciones de temas tomados por separado.

En esta oportunidad, el hilo conductor es claro. Se trata del carácter represivo del ejercicio del poder y del uso del estado para colocar en línea a todo un pueblo para que funcione de acuerdo a los intereses de una clase dominante. Esta clase dominante crea a su vez instituciones que le sirven al “estadista” de turno para ejercer su voluntad. El libro aborda siete temas: 1. Hubo una DINA durante la independencia. El Capitán San Bruno. 2. Nazis en Chile. El Departamento 50. 3. San Martín quería una monarquía. 4. El Mussolini chileno, la otra dictadura. Crlos Ibáñez del Campo. 5. El carnicero de Alessandri. Humberto Arriagada Valdivieso. 6. El Club de los Monstruos. La DINA, y 7. Portales. El origen de todo.

En el primer capítulo, nos explica el autor que esa independencia del 18 de septiembre de 1810, no fue tal en realidad. Baste con decir, para no quitarle al potencial lector el gusto de los detalles, que no podía un ente como la Primera Junta Nacional de Gobierno –como nos enseñan malamente-- realmente se llamó a si misma “Primera Junta Provisional Gubernativa del Reino”, y que sus componentes, todos hombres “acomodados” de la época terminaron su primera sesión con un “¡Viva el Rey!”. Dado que se empezaron a incubar verdaderos sentimientos de independencia, al terminar el asedio napoleónico contra la monarquía española, se produjo la retoma de Chile por parte de éstos con el general Mariano Osorio a la cabeza y posteriormente el noble Casimiro Marcó del Pont quien creó el Tribunal de Vigilancia y Seguridad Publica, dejando a cargo a Vicente San Bruno, que el autor caracteriza como “El Mamo” Contreras de la época.

En el segundo capítulo, se aboca al desarrollo y crecimiento un movimiento NAZI, Nacional Socialista, en Chile hacia 1943. Nos cuenta toda una intrigante trama de infiltración de agentes Nazis en diversos estamentos de poder de la sociedad, y cómo en el sur de Chile inmigrantes alemanes desplegaban sus banderas con suásticas con mucho orgullo y sin repercusiones. Osorno, era uno de esos lugares, según nos explica el autor porque “Hitler había declarado que todos los territorios del mundo donde hubiera predominio de alemanes y cultura germana le pertenecían al Tercer Reich y debían ser anexados”. Para confrontar esta situación, el gobierno de turno creó el Departamento 50. De todos los capítulos, este es tal vez el más gentil y menos tenebroso.

El tercer capítulo nos presenta abiertamente con una contradicción existencial, San Martín, al terminar la toma militar del cono sur habría enviado “una misión a Europa para solicitarles a las monarquías -ojalá Inglaterra, quizá Rusia- la destinación de un principe que se hiciera cargo del Perú y eventualmente de toda América.” En este proceso se destaca la nefasta influencia de un tal Bernardo Monteagudo, tucumano, “involucrado en los asesinatos de los hermanos Carrera, en el asesinato de Manuel Rodríguez, en el fracaso de San Martín en Perú, y que, de su puño y letra surgió nada menos que nuestra declaración de independencia.”

El cuarto capítulo fue, sin duda, el que me impactó mayormente. Se trata de un personaje histórico que obviamente no hemos asimilado en su verdadera dimensión, el general Carlos Ibáñez del Campo. En mi ciudad, Punta Arenas, tenemos una radio llamada “Presidente Ibañez”, la Radio con Historia. Esta radio acaba de cumplir 16 años de su segunda vida, bajo nuevo propietarios donde ha desarrollado una actividad ciertamente progresista. El nombre, sin embargo, se hereda de sus primeros propietarios, gente ligada a la Democracia Cristiana y que en 1970-73 jugaron un papel contrario a la Unidad Popular y Allende. Nuestro principal aeropuerto en esta misma ciudad lleva el nombre completo del personaje de marras. Al parecer es un personaje en alta estima por estas latitudes. Y sin embargo, de acuerdo a la narrativa de Baradit, este hombre fue un represor en todos los puestos estatales que tuvo, primero como dictador (1927-1931), luego la presidencia (1952-1956). Después de leer estos argumentos históricos, uno debe llegar a la conclusión que su nombre no debería ser honrado en ningún lugar del país.

El quinto capítulo se refiere a Humberto Arriagada Valdivieso, el carnicero de Alessandri. Arturo Alessandri Palma gobernó en dos periodos, 1920-25 y 1932-38. Todo este período tiene que ver con un continúo de despojos territoriales de campesinos y de indígenas, según sus tierras estuviesen en algun lugar apetecido por los ricos del país. Igualmente, tiene que ver con la lucha del estado contra la organización sindical de los trabajadores. Alessandri “prometió orden para detener a los revolucionarios que buscaban desestabilizar al gobierno y amenazaban a las familias del país. Junto a la prensa, convirtió al grupo de campesinos en unos monstruos soviéticos que debían ser detenidos en nombre de la patria y, en medio de gran solemnidad, le encargó al propio director general de Carabineros, general Humberto Arriagada Valdivieso que encabezara la acción.” El resto fue represión, detenciones, torturas, y masacres.

En el sexto capítulo nos acercamos a los terrible tiempos mas cercanos que se abrieron exactamente un 11 de septiembre de 1973, hace solamente 50 años. No será necesario describir de qué se trata este tema, porque lo hemos visto por estos días en declaraciones de sobrevivientes de la prisión y la tortura, viudas de ejecutados, hijas e hijos de detenidos desaparecidos. Esta historia la estamos viviendo aun. Aparte de narrar con desgarrador lenguaje las atrocidades de la Junta Militar de Gobierno encabezada por Pinochet, y sus funcionarios del terror y los civiles que los apoyaron y movilizaron, el autor no hace más que presentarnos con lo que ya sabemos y que muchos políticos de derecha hoy prefieren negar, para blanquear así este período de la historia que parió el Chile que hoy tenemos.

Finalmente, en el séptimo capítulo el escritor se refiere al siniestro legado de don Diego Portales, tan venerado por los teóricos de la derecha pinochetista. Diego José Pedro Víctor Portales Palazuelos, en su juventud declaró que quería ser cura, pero se dedicó mejor a los negocios. Ciertamente, no era un demócrata. Pensaba que los chilenos, y en general los latinoamericanos, eran viciosos y sin virtud como para ser partes de una república. En la página 157 Baradit dice algo que es importante, “La doctrina Portales se podría resumir así: en períodos de gran efervescencia política y social, hay que darle un golpe a la democracias, quebrarla si es necesario, y entregarle el poder de nuevo a la elite para que restablezca el orden por la fuerza, y así mantener la estabilidad política que permite los negocios y la ganancia (pero que impide los cambios). Luego, esperar a que “el peso de la noche” calme las aguas, porque nuestros compatriotas no serían, según él, seres sofisticados o capaces de tener visión política de futuro como para recordar la violencia cometida.” Mucho más se dice sobre este personaje, pero, como todo el resto, lo dejo para que usted lo lea.