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EscritosPorqué votar NULO este 7 de mayo 2023Por Sergio Reyes Soto
El anterior proceso constitucional fue producto de la revuelta popular de octubre del 2019. Se plasmó en el Acuerdo del 12 de noviembre del mismo año denominado "Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución". Antes se trató de solucionar el conflicto con represión y fuerza, pero esta táctica no resultó. Las marchas populares fueron masivas en todo el país y los enfrentamientos entre algunos manifestantes con carabineros, los saqueos a comercios, destrucción y quema de inmuebles y buses, aparejados con heridos y muertos, paralizaron la vida normal de las y los chilenos.
En las calles se levantó la consigna de crear una Asamblea Constituyente libre, autónoma y soberana. Mientras tanto, el presidente Piñera declaró la guerra contra "un enemigo peligroso que no se detiene ante nadie ni nada para conseguir su objetivo." La Revuelta, sin embargo, no tenía objetivos claros. Era una explosión social antisistémica, sin proponer un nuevo modelo de sociedad.
El Acuerdo por la Paz Social y Nueva Constitución se construyó como una solución mañosa para dar respuesta y apaciguar el descontento masivo. Y la rebelión se logró encauzar por canales que los políticos profesionales pudieran controlar. El órgano acordado fue una Convención Constitucional, con una estructura base similar a la Cámara de Diputados, pero con paridad de género y representación importante de naciones originarias. Igualmente, se tuvo que facilitar la participación y representación de activistas sin filiación partidaria, las y los independientes. El resultado de la elección de Convencionales Constituyentes del 15 y 16 de Mayo de 2021 descolocó a los grupos de políticos profesionales dominantes, ya que los independientes superaron a los partidos políticos de todas las tendencias. Estábamos para ese tiempo ya en medio de la pandemia Covid que había logrado desmovilizar a los sectores que participaron de la Revuelta debido a las cuarentenas y el control de movimiento de la población por medio de la Comisaría Virtual.
La derecha dentro de la Convención Constitucional era una minoría. Los sectores de la llamada centro izquierda y del Frente Amplio y Partido Comunista, tampoco tenían una mayoría. Estas fueron llamadas de alerta a todos los partidos políticos, y comenzó el proceso de reconquista de sus espacios perdidos. La derecha se mantuvo en franco y abierto boicot del quehacer constitucional. La centro izquierda y la izquierda con representación en el Congreso jugaron un rol de mover las propuestas hacia el centro. La Convención abrió espacios de consulta ciudadana, los que la derecha y otros lograron copar a punta de inyectar dinero en campañas del terror sobre las propuestas de sectores más radicalizados.
Con todo en contra, se logró llegar en julio de 2022 con una propuesta constitucional que cambiaba profundamente las bases políticas de la sociedad chilena, incorporando derechos nunca antes considerados. La derecha, mientras tanto, ya había comenzado desde el día uno, su campaña para rechazar lo que sea que salga de la Convención, en tanto no sea útil para sus intereses económicos y políticos. Fue una campaña constante en contra del carácter de los convencionales, tratados como ignorantes, comunistas, antisociales. A la vez que desarrollaron una campaña del terror clásico, que los comunistas les van a quitar sus casas, les van a robar sus fondos previsionales, se instalará la supremacia de los indigenas sobre los chilenos, de los homosexuales, étc.
La derecha usó todos los medios de comunicación que tiene, televisión, radio, prensa, y medios sociales para imponer mensajes que pudieran ser asimilados por una población acostumbrada a las campañas comerciales que ellos mismos usan para vender sus productos. Sobre todo insistieron en machacar el concepto de que esta “es una mala constitución”. En consecuencia, ellos mismos se propusieron como aladines para escribir una “nueva y buena” constitución, con amor, y sin odio ni resentimiento de clase.
El jaque mate lo pusieron cuando propusieron forzar a toda la población a votar en el plebiscito de salida. Todos los partidos apoyaron esta medida. Asi un 40% que nunca votaba por apatía o por descontento con el sistema imperante, fueron forzados a acudir a las urnas y se hicieron eco de las campañas comerciales de la derecha. Votaron 13 millones (en la presidencial votaron 7 millones con voto voluntario) de 15 millones, y se impuso el Rechazo a la propuesta de constitución.
El sector más fascista de la derecha, Republicanos, pensó que esto implicaba la permanencia de la constitución de Pinochet-Lagos. Otro sector de la derecha, Union Democrática Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN), sin embargo, quienes hicieron campaña prometiendo escribir una “buena y nueva constitución”o “rechazar para reformar la Constitucion del 80) anunciaron que seguirían trabajando por una nueva constitución, pero esta vez bien hecha, por expertos y gente culta. Lo que les faltó decir es, “a nuestra pinta.” Con todo, lo que quieren es superar el legado directo de la dictadura. Borrar su propio pasado.
Los derrotados, se sumaron al carro de reescribir la constitución, manteniendo la ilusión que esta no será igual a la que les heredó la dictadura para gobernar desde 1989 hasta la fecha. Pero, he aquí las condiciones de la derecha para un nuevo proceso gatopardista constitucional:
1. Establecer límites, “bordes” lo llaman, sobre lo que puede y no puede incluir la nueva constitución. Nada de hoja en blanco, ni derechos refundacionales.
2. Que los políticos en el Congreso designen a los que escriban el borrador de constitución, la Comisión de Experta, compuesta de 24 personas.
3. Que el Congreso también designe a un comité de 14 árbitros, el Comité Técnico de Admisibilidad, para asegurarse que ni siquiera los doctos expertos se sobrepasen a los límites establecidos.
4. Consejeros Constitucionales electos por la plebe pero sólo gente de partido, para generar la ilusión que esto es un proceso democrático. Por si acaso, los expertos designados también pasarán a ser parte del Consejo Constitucional, pero, oh concepto democrático, sólo con derecho a voz. Los palos blancos electos tendrán derecho a voto. En tanto, la Comisión de Admisibilidad seguirá funcionando con sus poderes plenipotenciarios.
Aquí van los límites acordados por los partidos políticos en el poder, dejando afuera de la discusión a todas y todos los independientes:
* Asegurar que Chile es una República Democrática, cuyo poder debe radicar en el Estado.
* Establecer que Chile es un Estado Unitario y Descentralizado.
* Consagrar a Chile como un Estado Social de Derecho.
* Respetar los emblemas patrios, escudo nacional, himno.
* Proteger derechos fundamentales como: la libertad de conciencia y de culto, el derecho de propiedad, a la vida, la libertad de enseñanza.
Consagrar estados de excepción constitucional en materias de orden y seguridad.
* Definir constitucionalmente con subordinación al poder civil la existencia de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Orden y Seguridad, con mención expresa a carabineros y policía de investigaciones.
* Reconocer a los pueblos originarios como parte de la nación chilena.
* Definir que el Estado chileno tiene 3 poderes separados e independientes: el Poder Ejecutivo; con jefe de gobierno e iniciativa fiscal de gasto, el Poder Judicial; con unidad jurisdiccional y con pleno respeto de las sentencias judiciales firmes y ejecutoriadas y el Poder Legislativo compuesto por cámara de Diputados y Senado.
* Consagrar los siguientes órganos autónomos: Banco Central, justicia electoral, Ministerio Público y Contraloría.
* Consagrar el cuidado y la conservación de la naturaleza y su biodiversidad.
* Establecer que la soberanía tiene como límite la dignidad de la persona humana y los Derechos Humanos reconocidos en los tratados internacionales.
Esta palabrería grandilocuente se encuentra también en la constitución de la dictadura de 1980 con sus posteriores reformas, en particular la de Lagos. Detrás de cada uno de estos preceptos está la viabilidad y preponderancia del sistema económico capitalista. Podríamos detenernos a analizar cada uno de estos y ver qué se esconde detrás de ellos, qué le interesa a la derecha. Pero, no hay tiempo para ello. Nótese que se mantiene intacto el sistema político que dejó la dictadura, incluyendo sus cámaras, faltan los senadores designados no más. Todo se deja igual. Esto es, pretender cambiar todo, para cambiar nada.
La casta política chilena quiere tener una constitución nueva, pero “buena” para el capitalismo. Entonces, tendremos que ir a las urnas obligatoriamente el 7 de mayo 2023, sin opciones verdaderamente democráticas. Quieren que les avalemos sus patrañas, sus mentiras. La única opción que tenemos los que podemos ver qué está en juego en estas elecciones y en el resto del proceso de engaño constitucional, es VOTAR NULO.
El voto NULO esta vez debe ser un voto de dignidad y protesta. Es un voto que dice claro y fuerte, no somos ilusos, no nos engañan, no seremos parte de este montaje antidemocrático. Nuestro voto NULO es un voto consciente, no le hace el juego a la derecha, como dicen algunos. Los que le han hecho el juego a la derecha son los que consienten este engaño. Nuestro voto NULO dice que estamos cansados de ser utilizados de pantalla para imponer sus esquemas pro-capitalistas. Tenemos, además, todo el derecho de manifestarlo así cuando no hay otras opciones. Basta del mal menor. Votemos sin temor al fin lo que nuestra voluntad ciudadana indica.
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