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EscritosAl fallecer la tía CandelariaEn la madrugada del 4 de diciembre 2020, a la edad de 84 años, ha fallecido la tía Candelaria Villegas Triviño. Ella fue esposa de Orlando Reyes (QEPD), madre de mis primas Celia Reyes (QEPD) y Adela Reyes. Lamentablemente, hubo de vivir el fallecimiento primero de su querido Orlando en el 2012 y en el 2017 ya no tuvo muy claro la partida de su hija mayor, Celia. Ya a esa fecha la embargaba esa enfermedad que nos hace perder la memoria y nos confunde la existencia cotidiana, perdiendo noción de las cosas más simples, con flechazos de recuerdos, que con los años se van perdiendo totalmente. La sobrevive mi querida prima Adela y sus nietos y bisnietos.
La tía Candelaria, junto al tío Orlando, fueron de aquellos bravos pobladores de la Población 18 de Septiembre, que levantaron hogar, pieza por pieza en esos terrenos, contra toda adversidad. La tía fue una fuerza fundamental en ese grupo familiar, sin escatimar esfuerzo alguno en cualquier tipo de trabajo que se presentará. Fue la ayudante primera del carpintero Reyes, su marido.
Igualmente, trabajó fuera de la casa para ayudar en las finanzas domésticas. Así, fueron creciendo y haciendo crecer a sus hijas.
De joven adolescente, muchas veces cruzaba en bicicleta o a pie, dependiendo de la cantidad de barro en las calles, desde el Barrio Sur, el zanjón del Río de la Mano, para ir a visitarlos, compartir con ellos, y hacer música con mi tío "Nano". Allí estaba la tía Candelaria siempre atenta, con una sonrisa en la boca, para atendernos con las exquisiteces que cocinaba, y para compartir también la música que hacíamos. El tío al acordeón o la guitarra, y ella cuando era pertinente agarraba el bombo o cantaba. A pesar de los olvidos forzosos de su delicada memoria, la tía siguió conectando con la música, especialmente los viejos valses chilotes.
La tía Candelaria fue una maestra de las artes culinarias. Recordaremos por siempre los sabores de sus empanadas de marisco, papas rellenas, curantos, siempre con milcaos y chapaleles. Pero, también fue aprendiendo en casa de los patrones donde trabajaba, comidas de otras latitudes, ya sea de Europa o Croacia. Algunas de sus recetas fueron reconocidas en una publicación municipal sobre las comidas de Magallanes.
Igualmente fue activa participante en la Junta de Vecinos y en los clubes de adultos mayores de la Población 18. Marcharon muchas veces con el tío Orlando portando sus estandartes comunitarios, verdadero testimonio de esfuerzo colectivo de trabajadores que hacen historia que rara vez se reconoce. De la misma manera, junto a otros adultos mayores de la población, representaron a su barrio en murgas en festivales regionales.
Estas mejores memorias de su vida, llenas de cariño y de una fuerte ternura permanecerán conmigo y con los que la conocieron. Llegó el momento de su descanso final y tenemos que aceptarlo. La verdad no hay más alternativa, aunque quisiéramos oponernos. Querida tía Cañe, hasta siempre, descansa en paz.
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