|
EscritosDaniel Ruiz Seguirá Presente en Nuestras Luchas y en Nuestra ConcienciaBoston - Abril 21, 2006 -- La potente y profunda voz del Negro retumbaba siempre con emoción, ya sea de alegría, pena o dolor. Así lo conocí en mi juventud durante los días triunfantes de la Unidad Popular, dentro de la cual su partido, el Partido Comunista, tenía una importancia central. De igual manera era maestro de ceremonias de las concentraciones políticas, como de los actos culturales. Creo que se puede decir con certeza que gozaba más de los últimos que de los primeros.
Su voz resonaba también serena, tranquila, desde los micrófonos de la Radio Voz del Sur. Emitía profesionalismo aun en la declamación de los comerciales que necesariamente tenían que hacerse para pagar el funcionamiento de la radioemisora. Su voz debe de haber sido alegre y militante anunciando el triunfo de Salvador Allende en 1970 y sombría y airada al intentar salir al aire para denunciar el avasallamiento de los militares chilenos en Septiembre del 73. Después, como sabemos, fue el silencio.
Nos volvimos a encontrar en Isla Dawson, en los tantos improvisados campos de concentración de los cuarteles de Magallanes. Y allí, en la prisión dictatorial, nuevamente se alzó la voz del Negro en los actos culturales que organizábamos. Luego, para él vino la relegación y la represión y el silencio obligado. Pero no aplacaron su espíritu y donde pudo hizo lo que era su pasión, el trabajo de radio. Curiosamente hace pocos días escribía sobre la partida de nuestro compañero Juan Soto, al que volví a encontrar en Quilpué en 1995. Allí también me reencontré con Daniel promocionando su trabajo sobre los versos románticos de Pablo Neruda. En la casa del querido compañero Piquete Figueroa compartimos informalmente luego de su presentación, en medio de cantos, mas poesía y anecdotarios. De allí cada vez que regresaba a Punta Arenas la visita al amigo y compañero era punto obligado.
El 2003, a propósito del fallido intento de que los ex-presos políticos fuésemos a Isla Dawson en septiembre de ese año para el 30 avo aniversario del golpe militar, pudimos compartir nuevamente. Esa vez tuve el privilegio de ser único invitado para degustar las deliciosas empanadas que el Negro transformaba en manjar de dioses. Su voz retumbó nuevamente en las presentaciones de reencuentro de los que fuimos compañeros de prisión. Entonces también pude video grabarlo explicándonos el significado de lo que fue el viejo hospital naval transformado por los gorilas en el “palacio de las risas”, un infame centro de tortura. Me alegro que él haya podido presenciar la entrega de dicho edificio a las organizaciones de derechos humanos de Punta Arenas.
De vuelta en los EE.UU. seguimos en contacto por correspondencia electrónica. Supe de sus estadías en los hospitales de Santiago, dándole la lucha a la enfermedad que lo envolvía. Desde lejos mis pobres palabras de aliento y solidaridad solamente servían, espero, para que supiese que no lo olvidaba. Pero, aun así en medio de su enfermedad, cumplía con informarme de lo pasaba en el país.
Visitaré Punta Arenas nuevamente a fines de mayo, y ahora sé que no tendré la oportunidad de conversar con el amigo Daniel. Afortunadamente, en mi última visita adquirí su compacto, “Eternamente Neruda”, donde quedó plasmada su preciosa voz y podré escucharlo en cualquier momento de melancolía.
Supe que según su propio deseo, su despedida no será silenciosa, callada, que están presentes las voces de los que lo quisieron con guitarra en mano para despedir como corresponde a un trabajador cultural. Me hubiese gustado también cantar un par de canciones junto a todos para desahogar la tristeza de su partida. Pero no se pudo. Igual haré lo mismo junto a un buen vaso de vino para decir salud por el compañero Daniel.
Daniel Ruiz, compañero, seguirás presente en nuestras luchas, en las canciones del pueblo, en la poesía autentica. ¡Hasta la victoria, siempre!
Breve video en formato Windows Media Player (5 meg)
La Muerta, poema de Neruda - voz Daniel Ruiz (mp3 - 2meg)
Multitudinaria despedida (La Prensa Austral 23-abril-2006)
|